Autor: Gabriela Cruz
Sor Rafaella Petrini es la presidenta de la Pontificia Comisión para el Estado de la ciudad del Vaticano y presidenta de la Gobernación del mismo Estado. Apenas el pasado 19 de enero, con este nombramiento, el papa Francisco hacía lo inédito en la historia de la iglesia católica al nombrar a la primera mujer en este cargo en el que la institución con una profunda tradición patriarcal, sólo había tenido delegados varones.
Es más que conocido y analizado el papel que han tenido las mujeres al interior de la iglesia católica que, a pesar de ser fundamental en la operación y mantenimiento de la institución, no alcanzan todavía su inclusión en dependencias de toma de decisiones. A no ser por la Virgen María, no existe en este momento una figura femenina más importante dentro del catolicismo.
El papa Francisco rompió con varios dogmas durante su administración y se pronunció abiertamente por el respeto a la condición humana sin prejuicios ni condicionantes. Lamentó por ejemplo, la criminalización de la homosexualidad, pidió tolerancia y apoyo para los migrantes, condenó a los hipócritas que asisten a misa y después se dedican a odiar al prójimo y mostró disposición por abrir más espacios de influencia para las mujeres dentro de su iglesia.
Aunque el nombramiento de Rafaella Petrini no significó un cambio real en la estructura orgánica del Vaticano, sí constituye un cambio en la cultura jerárquica dominada por varones. Es decir, las mujeres pueden desempeñar trabajos de administración y de enseñanza pero no pueden aspirar al sacerdocio ni al episcopado; esos puestos siguen reservados para los hombres.
A la iglesia católica no le urge que las mujeres participen en funciones sacramentales y es muy posible que el próximo papa no empatice con las ideas reformistas de Francisco, por lo que se vislumbra que los puestos para ellas seguirán siendo administrativos como es el caso de Petrini o el de la religiosa Simona Brambilla, prefecta para el dicasterio de las Institutos de Vida Consagrada o el de Paloma García Ovejero, quien se convirtió en la primera mujer viceportavoz de Jorge Mario Bergoglio.
Pero ¿a quién le interesa que las mujeres católicas aspiren a más dentro de su iglesia? ¿A ellas? Son preguntas válidas después de escuchar a la propia García Ovejero decir que es absolutamente impensable que alguna vez veremos a una mujer eligiendo a un papa porque “Jesucristo era hombre, el sucesor de Cristo fue Pedro – hombre – y así sucesivamente, el vicario de Cristo en la tierra… que no elimina la importancia de la mujer, es que hay una especie de obsesión por masculinizarnos y por clericalizarnos”
Para concluir, la vocera afirmó que “yo no necesito ponerme una sotana y una estola para sentirme parte de la iglesia o para sentirme en misión… es una cuestión de roles, de tradición si tú quieres, pero es que así lo inventó Jesús”. Con estas declaraciones hasta podríamos dar por terminado desde ahora el viejo debate sobre si las mujeres pueden ser ordenadas sacerdotes para llegar a ser obispas, cardenalas y ya ni digamos pontífices.
Con todo y su entusiasmo por acercar a la iglesia a la gente, por hacerla más inclusiva, el papa Francisco también rechazó en su oportunidad abrir el debate sobre el diaconado femenino. “no es el momento”, dijo. Desde el Vaticano se aclaró que su preocupación por el papel de las mujeres en la iglesia, lo llevó a pedir que se explorara la posibilidad de un desarrollo sobre esto, pero “sin centrarse en el orden sagrado”.Así que, como única figura femenina relevante en el mundo católico, la virgen María seguirá influyendo sólo como un modelo de fe, obediencia, caridad y amor; que intercede por la humanidad como madre de Jesús y madre de Dios y a quien se acude por protección y consuelo. Mientras tanto, los hombres seguirán al mando – como desde hace dos mil años – de la institución, llamada iglesia católica, encargada de mantener la fe en casi mil 400 millones de seguidores en todo el mundo.